La tercera de las cuatro
- karenelenatejada
- 2 jul 2020
- 2 Min. de lectura
Mis padres me regalaron tres mejores amigas. Tan diferentes, pero tan iguales.

“Wow, ¿cuatro hembras? ¡Su papá debe estar vuelto loco con ustedes!” Escuché esa frase cientos de veces mientras crecía, cuando les decía a las personas que tenía tres hermanas. Pero, ahora que lo pienso, a la que realmente volvíamos loca era a mi mamá. Todavía al día de hoy le digo que no sé cómo pudo criar a cuatro niñas (y hacerlo con tanto éxito).
Entre cada una hay exactamente tres años de diferencia de edad. La mayor, siempre tan ecuánime, tuvo que cargar con la responsabilidad de poner el ejemplo. Fue la primera en hacer todo y, por ende, mis papás fueron más estrictos con ella. De ella aprendí a atreverme a hacer las cosas que me dan miedo, que mi límite está solo en mi cabeza.
La que le sigue a ella, me lleva tres años a mí. De pequeñas, peleábamos mucho, porque ambas somos de opiniones fuertes. Además, hay una edad en la que quieres tener todo igual a tu hermana, y me imagino que para ella no era tan divertido que yo fuera su sombra, persiguiéndola a todas partes. Su forma tan responsable de ver la vida me enseñó a siempre dar lo mejor de mí, mientras que su personalidad tan afectuosa es un constante recordatorio de que debo ser más atenta con todo el que me rodea.
Luego estoy yo, la tercera de las cuatro. Siempre me he sentido afortunada de ser parte de una familia grande, porque en todo momento tienes a quien recurrir. Además, siendo solo hembras fue mucho más fácil sentirme en confianza para hablar de cualquier tema y compartir cualquier preocupación. Creo que tengo la personalidad más “cortante” de las cuatro, voy directo al grano y no me gustan los rodeos. Pero al mismo tiempo soy nostálgica y sensible, por eso atesoro estos recuerdos de mi niñez.
La menor, desde pequeña, fue la chispa de la casa. Donde sea que llegara era el centro de atención, por su picardía y su personalidad tan simpática. Con ella compartí habitación hasta mis años de universidad, y esto vino con sus pleitos, pero también nos permitió ser confidentes. Con el tiempo nos hemos vuelto más cercanas que nunca y, aunque es más joven que yo, cada día aprendo a ser mejor persona gracias a ella.
Tan diferentes, pero al mismo tiempo tan iguales. De personalidades fuertes, pero bondadosas.
Mis padres me regalaron tres mejores amigas que han estado conmigo en los momentos importantes y en los corrientes, que han sido mi voz de impulso y de apoyo, las que sacan lo mejor y lo peor de mí.
Las que son, y serán, mis compañeras para toda la vida.
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