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La lección de mi mamá sobre mi vocación

  • Foto del escritor: karenelenatejada
    karenelenatejada
  • 30 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 18 may 2020

“¿Qué vas a estudiar?” Esas cuatro palabras me persiguieron durante todo el último año de bachillerato, me imagino que a ti también.


Foto por Ian Schneider / Unsplash
Foto por Ian Schneider / Unsplash

Faltaba poco para la graduación de secundaria y yo no tenía idea de lo que iba a elegir como profesión porque, siendo honesta, ninguna de las carreras que ofrecía la universidad me llamaba la atención.


Tal vez leyéndome ahora pienses que soy una persona muy segura de mí misma, pero tomémonos un momento para ir varios años atrás. Cuando era pequeña, yo era la niña que se escondía en la habitación si había visita en la casa. Evitaba ser el centro de atención a toda costa. Hasta un día, cuando estaba en la primaria. La profesora me eligió para hablar en representación de la clase en una ceremonia de premiación... y ahí empezó todo. Mi mamá, que estaba sentada en el público, no podía creer lo que veía. Mientras todos la felicitaban por tener una hijita tan elocuente y extrovertida, ella se dio cuenta de algo que ni yo misma había descubierto en ese tiempo. Ella vio mi talento, vio mi pasión.


Me fui sintiendo más cómoda con la oratoria, pero no estaba ni cerca de tener completa seguridad en mí misma o en lo que sería capaz de lograr. Esa era una de las razones por las que me sentí tan perdida al momento de elegir mi carrera. Y fue de hecho mi mamá quien me enseñó una de las lecciones más valiosas de mi vida: debes elegir lo que te apasiona.


Sé que suena cliché, pero es realmente difícil aplicarlo en la vida real cuando consideramos varios factores como la cantidad de ofertas de trabajo, salario y prestigio. Aunque yo sabía que el área de comunicación era la más adecuada para mí, la imagen y reputación de esta carrera en el país no es de las mejores. Con el riesgo de sonar prepotente, después de 12 años “matándome” para ser estudiante meritoria, no quería desperdiciar mi potencial en un oficio que las personas practican sin siquiera haberlo estudiado. Pero mi mamá nuevamente me recordó que estudiar una carrera solo porque sea reconocida, para después ser una profesional infeliz, no vale la pena.


Diez años después, todavía recuerdo sus palabras: “si tu pasión fuera ser ‘salonera’, yo me aseguraría de que estuvieras en la mejor academia de peluquería, y serías la mejor ‘salonera’ del mundo porque ese es tu talento”.

Les cuento esta historia a mis colegas y amigos todo el tiempo, especialmente a otros estudiantes jóvenes cuando me preguntan sobre la carrera. Hago esto porque siento que existe mucha presión sobre los estudiantes de bachillerato para que elijan una carrera que asegure el éxito monetario, en vez de perseguir sus verdaderas aspiraciones. No fue hasta mi segundo año de universidad que me di cuenta de que mi mamá tenía toda la razón y de que yo había tomado la decisión correcta.


Por supuesto que el dinero es importante, pero disfrutar lo que haces día a día lo es mucho más. Y por disfrutar no me refiero a que será fácil, porque no estoy de acuerdo con las personas que dicen que “si amas lo que haces no tendrás que trabajar un día en tu vida”. Eso es mentira, tendrás que trabajar y mucho. Pero la satisfacción que sentirás mientras lo haces no se compara con hacer algo que simplemente no te apasiona.


Así que, si en el futuro tengo hijos y alguno de ellos me dice: “quiero ser ‘pelotero’, pero esa no es una carrera de verdad” mi respuesta será: “si tu pasión es el béisbol, yo me aseguraré de que estés en la mejor academia de béisbol, y serás el mejor ‘pelotero’ del mundo porque ese es tu talento”.

 
 
 

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